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A Fonseca

Fonseca fue un tipo del que aprendí mucho, tuvo una vida muy especial, por lo menos la parte que yo conocí de ella.

Era un tipo que vivía en la mitad del campo, literalmente a 6km de cualquier alma humana, rodeado de todas las privaciones de un ambiente rural muy austero. Desde la carencia de agua corriente y diría que "agua potable" era una cachimba a 600 metros del rancho hasta la costumbre/necesidad de practicamente sobrevivir solamente con lo que la tierra le daba (eso incluía fauna y flora, doméstica y silvestre).



Obviamente sin energía eléctrica salvo aquella linterna siempre tenue, amarilla y a punto de apagarse cuyas pilas recargaba junto al fuego. Supongo que tiene una explicación "técnica" pero efectivamente las pilas las recargaba así.

Poco contacto con otras personas salvo cada 10 o 15 días cuando alguien lo iba a visitar y una Spika que siempre lo acompañaba, siempre sintonizada en CX 4 - Radio Rural, escuchaba desde Eduardo J. Corso hasta lo último de la programación al ir a dormir.

En cierto sentido era un ermitaño, sin embargo no tenía algunas de las características que uno esperaría de tal estereotipo, no era malhumorado, era verborrágico (talvez intentaba hablar en una hora lo acumulado en 15 días), era tremendamente limpio (como la mayoría de la gente que conocí en el campo, a pesar de que el agua del arroyo o del pozo no es exactamente "agradable" en pleno invierno).

Siempre de buen humor, mentiroso como el que más. Sin embargo muchas anécdotas que se de el eran increíbles pero me tocó vivirlas y doy fe de ellas, así que me hacían dudar si aquellas increíbles historias que contaba realmente eran verdad, un producto de su imaginación o simplemente una invención para impresionar y tomar el pelo a los gurises como yo.

En fin, un tipo extraño.

¿oficio/ocupación? trastorista (tractorista), ese que maneja el tractor arando el campo. Duro oficio.

De él aprendí muchas cosas, algunas conscientemente y otras seguro inconscientemente.

Creo que la que más me ha marcado es: el medio puede limitar pero JAMAS condicionar.

Para un tipo que vivía en esas condiciones esto era una máxima que jamás olvidaba, de lo contrario moriría solo y deprimido en un catre abandonado en la nada.

Para ejemplificarlos dos anécdotas.

El fierrazo

Una vez llegamos con mi padre hasta su rancho y nos salió a recibir con una amplia sonrisa como siempre nos recibía y como recibía a todo el mundo.

Sin embargo esta vez su sonrisa estaba torcida porque tenía la mitad de la cara literalmente destrozada, era un hematoma y una hinchazón como jamás había visto, creo que el Hombre Elefante era lo más parecido a su rostro.

Mi padre preocupado le preguntó que le había pasado y si quería que lo llevara a ver un doctor y él contestó: "no se moleste Don Hugo, ya estoy mejor, pero la verdad que la pasé mal".

Ahí contó lo ocurrido:

"No sé bien qué pasó, el otro día agarré una piedra con el tractor chico y rajó la cubierta y la cámara, y tuve que desllantarla (sacar la cubierta de la llanta, para después sacar la cámara y ahí parchar la cámara para después armar nuevamente la rueda).

La estaba desllantando y lo siguiente que recuerdo es que me desperté en el piso del galón con la cara partida y sangrando, creo que pasaron unas horas o un par de días, no sé. Lo que me parece es que el fierro se me zafó y me dio en la cara."

Remató la anécdota con "pero el tractor al final lo terminé arreglando ayer, igual esa cubierta no da para más porque tiene la rajadura de la piedra que agarré".

No se si alguien logra suponer la fuerza que hay que hacer para sacar una cubierta (trasera) de tractor de la llanta, sin ningún tipo de auxilio hidráulico, a fuerza bruta y palanca nomás. El tipo pasó ¿una hora? ¿dos horas? ¿dos días? nadie lo sabe, inconsciente en el piso del galón, talvez hubiera muerto allí desangrado, pero no murió y su preocupación mayor era poder seguir trabajando.

Podría haber esperado que alguien fuera y de algún modo llevar la rueda a un "gomero", sin embargo no se dejó estar y llevó a cabo una tarea titánica que bien le pudo haber costado la vida.

La rutina diaria

Fonseca tenía dos tractores que eran su bien más preciado. El chico y el grande.

Con el chico hacía las tareas más livianas como traer el tanque con agua de la cachimba, acarrear leña, etc. Era el más económico y tenía una característica interesante: arrancaba.

Fonseca lo dejaba en una bajada hacia el arroyo y todas las mañanas lo largaba en la bajada y le daba arranque. En verano antes de los 10 metros prendía y en invierno la operación solía llevar unos 100 metros, a campo traviesa, no era una operación sencilla y nunca supe que no lo haya podido arrancar antes de los 300 metros que lo separaban de arroyo.

Si no lo arrancaba sin dudas terminaría enterrado en el barro del arroyo porque no hay modo de frenar un tractor en esa bajada si el mismo no arrancó.

El grande era el que usaba para arar el campo y las tareas pesadas. Tenía una característica, NO arrancaba. Por una sencilla razón, no tenía batería y Fonseca nunca quiso comprarle una.

¿Cómo araba el campo si el tractor no arrancaba?

Fácil, diría Fonseca, con el tractor chico.

El tractor grande siempre quedaba estacionado en un lugar plano de unos 400 metros, en un trillo.

Todas las mañanas Fonseca arrancaba el chico y luego lo estacionaba delante del grande, lo enganchaba con una cadena de unos 3 metros, y comenzaba a tirar del grande con el chico. Así recorría algunos metros, luego ponía al chico en "velocidad crucero" (léase que lo dejaba medio acelerado) se bajaba del mismo (en marcha), subía al grande, ponía el cambio, soltaba el embrague y luego de unas convulsiones bastante brutales en las cuales el chico perdía velocidad el grande tosía un poco y arrancaba.

Sacaba el cambio del grande y dejaba que el chico siguiera tirando.

Bajaba del grande, iba al chico, y lo detenía suavemente de modo que el grande no lo chocara pero se arrimara lo suficiente como para que la cadena no quedara tensa.

Desenganchaba ambos tractores, volvía a poner el chico en su lugar y ya tenía el grande arrancado para su labor diaria.

Otra muestra de lo que es un ser humano que no se daba el lujo de un ambiente "condicionante", jamás se quejó, jamás le compró la batería al tractor, nunca supe que haya tenido un accidente en tan peligrosa maniobra.

Prefiero quedarme con su tesón antes que su terquedad.

Así son innumerables las anécdotas vividas en primera persona o escuchadas de un ser humano que se sobrepuso a todas las limitaciones que el medio le imponía y supo obtener de él todo lo que le ofrecía.

Creo que nunca vi praderas más verdes que aquellas.

 A Fonseca.

Comentarios

  1. Imponenente la del tractor grande y el tractor chico. Como se da maña la gente.

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  2. Excelente post, me ha alegrado la mañana.

    Saludos!

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  3. Gonzalo: si, tal cual.

    Aluziner: fantástico que te haya gustado, mejor aún se sirvió para algo tan importante como el buen humor.

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  4. Muy buen relato!.

    Me dejo pensando en cuantas veces nos comportamos como Fonseca, y hacemos muchas veces cosas, que podriamos realizar mejor y mas rapido haciendo haciendo algunos cambios en nuestra forma de trabajar.

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  5. Mayda: me alegro:)

    Enrique: si, comparto. En realidad hay un limite muy difuso entre "tesón" y "terquedad". Te lo dice un vaso :)
    Igual creo que Fonseca disfrutaba de todo aquello que lo hacía un personaje, cualquiera arranca un tractor con una batería pero aquella manera de hacerlo era única.
    Como dicen "para que la vas a hacer fácil si la podés hacer dificil"
    como siempre; la motivacion de fondo es la diferencia

    ResponderBorrar
  6. La eterna lucha entre eficiencia y eficacia

    (arriba yo le tengo terror a los tractores, a esta hora leyendo eso de subir y bajar con todo en marcha voy a tener pesadilla)

    PD1: el corrector te mato 2 veces, en vez de galpon salio galon.
    pD2: en vez de vazco salio vaso.

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