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Notas sobre Napoleón a 200 años de su muerte

 Hoy 5/Mayo/2021 se cumplen 200 años de la muerte de un hombre que, como algunos otros, cambió sustancialmente el curso de la historia de la humanidad.


No soy historiador ni mucho menos pero algunos temas despiertan mi interés y en particular Napoleón es un caso particular. Finalmente derrotado, mucha de su historia fue escrita por quienes los sucedieron y por ende probablemente esté plagada de inexactitudes y errores, intencionales o no.


Probablemente hoy sea más popular la visión de un "loco ególatra" con su sombrero de lado, la mano bajo el chaleco, creador de un imperio del cual se autoproclamó emperador e invasor de toda Europa.


Sin embargo parece una visión bastante sesgada respecto a quién era y especialmente el rol que protagonizó a finales del 1700 y principios de 1800. Fue determinante en todo lo que cambió Europa y ni que decir en América Latina, durante esos años y los siguientes. Mucho de su legado sigue hoy vigente.


En cualquier caso, no es mi intención defender la figura de Napoleón, no soy quien para eso, sin embargo, a 200 años de su muerte, rescatarla un poco o al menos posicionarla en su real dimensión creo que es bueno. 


En este sentido recomiendo este libro que a su vez me recomendó mi amigo @iroqueta, que maneja fuentes confiables y nos cuenta sobre Napoléon desde un lado más humano, no el General o el Emperador o el Cónsul, sino el Napoleón persona con sus claroscuros y contradicciones. 


Incluyo a continuación algunos pasajes del mismo con el fin de animarlos a su lectura, salpicados de algunos pensamientos propios que la lectura me despertó. 


Aprovecho para recomendar la lectura en general y si, como yo, prefieren leer libros impresos pero prefieren no invertir tanto dinero en ellos, la Biblioteca Nuestos Hijos donde haciéndose socios pueden acceder a un muy variado catálogo, con delivery incluido a un muy bajo costo.




Lo importante de estar convencido y preparado

Muchos parisienses se resistían a la Constitución, principalmente los realistas y los anarquistas que se oponían a toda forma de gobierno centralizado.

Paul Barras era el jefe de los Constitucionalistas y cuando los opositores se organizaron la Convención lo designó como comandante en jefe del Ejército del Interior para organizar la defensa.


Frerón sabía que Barras no sería capaz, por lo cual convenció a Napoleón de presentarse ante él y Barrás le ofreció hacerse cargo de la situación lo cual Napoleón aceptó.

Napoleón aborrecía la guerra civil, ya había tenido experiencias similares y la quería evitar a toda costa.

Sin embargo, esto se trataba de defender la Constitución aprobada en un plebiscito por enorme mayoría así que decidió aceptar el desafío.


"La primera pregunta de Napoleón fue: "¿Dónde están los cañones?"

Le contestaron que en la llanura de Sablons, a unos diez kilómetros de distancia; pero era demasiado tarde para apoderarse de ellos pues los rebeldes ya habían enviado una columna. 

Napoleón llamó a Murat, un joven y osado oficial de caballería, de fidelidad comprobada que incluso había intentado cambiar su nombre por el de Marat.

"Reúna 200 jinetes, galope hasta la llanura de Sablons, traiga la cuarenta cañones que están allí y las municiones. Use los sables si es necesario para conseguir los cañones."

A las seis de la mañana Napoleón tenía sus cuarenta cañones, Murat se había apoderado de ellos antes que los rebeldes."

¿Por qué Napoleón, que había fracasado en Córcega, de pronto tenía éxito?

La respuesta está en su habilidad técnica. En las callejas de Ajaccio,Napoleón no había sido sino un oficial más; en París era un especialista poco común en momentos en que la mayoría de los oficiales de artillería había emigrado: un hombre que podía lograr que cada disparo contase. En Córcega no había sido más que otro patriota ardiente; en París, como

en Tolón, había satisfecho una necesidad concreta. Podía dominar una situación gracias a su conocimiento de los cañones.”


Luego esos cañones marcarían la diferencia en el enfrentamiento y evitarían una lucha cuerpo a cuerpo que hubiera significado muchas más bajas.


Napoleón, marino frustrado, era un gran artillero, estudioso profundo del tema, desarrolló nuevos cañones y tácticas de uso. Estaba convencido de lo que tenía que hacer, preparado para hacerlo y rodeado de un grupo de enorme capacidad y entrega.

Los principios y las personas (despreciar la lisonja)


Napoleón, que había sido una figura de segundo orden, incluso desprestigiado en varias ocasiones, logró someter la revuelta de los realistas y anarquistas, luego:


“”La República se ha salvado”, informó orgullosamente Barras a la Convención, y Fréron pronunció un discurso. «Ciudadanos representantes, no olviden que el general Bonaparte... que dispuso sólo de la mañana del día trece para realizar sus arreglos inteligentes y muy eficaces, había sido trasladado de la artillería a la infantería. Fundadores de la República, continuarán demorando la rectificación de los agravios que, en nombre de este cuerpo, se han infligido a muchos de sus defensores?”


Los representantes vivaron a Napoleón, y algunos trataron de elevarlo sobre la plataforma.

Pero Napoleón continuaba creyendo en los principios, no en las personas, y de acuerdo con la versión de un joven abogado llamado Lavalette, que estaba en el salón: “Apartó a esa gente con una expresión de fastidio y desconfianza que me agrado.””


Nada como el éxito para atraer “aliados”, fundamental mantenerse firme en los principios y valores para no perder el rumbo bajo el influjo de los halagos lisonjeros.

Lo cortés no quita lo valiente


Napoleón, un soldado, no se sentía cómodo en las comisiones que acordaban la paz, el ambiente diplomático lo estresaba de sobre manera, por lo cual solía ser bastante grosero en dichas actividades,

Luego de su triunfo en Italia se estableció una comisión para definir los términos de la paz, al finalizar su trabajo:


“Cuando se despidió de Cobenzl, Napoleón se sintió suficientemente animado como para disculparse de su  “Soy un soldado acostumbrado a arriesgar la vida todos los días. Estoy

en la flor de mi juventud, y no puedo mostrar la moderación de un diplomático profesional.”


Que el general vencedor pida disculpas al vencido muestra no sólo la valentía, cortesía y humildad, sino el conocimiento de sus propias limitaciones el campo diplomático.

Mantener los pies sobre la tierra


Para finalizar la campaña de Italia se firmó el tratado de Campoformio:


“De acuerdo con el tratado de Campoformio, Napoleón no sólo concertó una paz favorable, sino que aseguró el reconocimiento austríaco de las dos repúblicas italianas, que eran la culminación de su campaña italiana. 

Podía salir de Italia con Josefina. Había llegado a la cabeza de un ejército maltrecho y medio muerto de hambre y salía prestigioso, a los ojos de muchos italianos, un benefactor y un libertador. 

Había descubierto en sí mismo nuevas cualidades: jefe militar, político e incluso diplomático. 

De acuerdo con la versión de Antoine Arnault, un dramaturgo que lo vio a menudo en Mombello, Napoleón “no muestra altivez, pero tiene la apostura de quien conoce su propio valor y siente que ocupa el lugar que le corresponde”.

Trabajo productivo y Academia

La colaboración e intercambio de conocimiento e ideas entre las academias del imperio y el Instituto de Francia era algo que Napoleón promocionaba. Pero los académicos también reconocían el trabajo productivo:


“Goethe,que en su condición de ministro sabía de qué hablaba, opinaba que el trabajo productivo de Napoleón en el Imperio de hecho era genial. “Sí, sí, mi buen amigo - dijo a Eckermann--, no es necesario componer poemas o piezas teatrales para ser productivo; hay también una productividad de los hechos, y ella a menudo posee una jerarquía significativamente más elevada”

Libertad de publicar

Si hay un tema vigente hoy es la libertad de publicar, diría de expresión y su balance con otras libertades o derechos.


Esto opinaba Napoleón hace 200 años:


“El mantenimiento de la censura era un signo de debilidad, tanto política como personal.

Napoleón habría sido una figura más atractiva si hubiera sabido dominar esa debilidad. 


Pero, según él veía las cosas a principios del siglo XIX, la libertad de publicar era una de las libertades secundarias, y había que sacrificarla con el propósito de preservar libertades más importantes. Salvo un puñado de franceses, todos coincidieron. La libertad de publicar se convertiría en una cuestión importante sólo en un período mucho más avanzado del siglo XIX.


Aunque ahora sabemos que la censura política es odiosa, cabe señalar que Napoleón la aplicó con un criterio mucho más liberal que sus predecesores. Anuló la prohibición que pesaba sobre obras teatrales o Polyeucte, Athalie y Cinna, prohibidas por el Directorio a causa del pasaje que dice: “El peor de los estados es el Estado popular”, y aunque alentó a los dramaturgos a celebrar los éxitos franceses, no utilizó la escena para difundir propaganda, como había hecho la Convención. “Debemos ofrecer a los propios ciudadanos la mayor libertad posible”, dijo a Pelet de la Lozère. “Mostrarles excesiva solicitud no es bondad, ni mucho menos, pues no hay nada más tiránico que un gobierno aquejado de paternalismo”


De hecho, el drama floreció bajo el Imperio, y no hubo pieza alguna de cierto valor literario que sufriese los efectos del lápiz azul de los censores.”


Sobre la apertura, inversión en tecnología y educación y el consumismo


Los territorios ocupados por Napoleón, más allá de los beneficios que esta ocupación traía, se oponían a la misma por varias razones, entre ellas:


“La tercera razón tiene carácter económico. Francia insistía en afirmar que era “la primera nación europea”, y en muchos sentidos en efecto marchaba a la vanguardia de Europa, pero no desde el punto de vista tecnológico. En ese aspecto estaba muy rezagada frente a Inglaterra. Mientras Francia bajo Napoleón se destacó en el campo de la ciencia pura -Monge, Fourier, Geoffroy Saint-Hilaire, Cuvier, Lamarck y Laplace son algunos de los grandes nombres-. Inglaterra se destacó en la aplicación práctica de la ciencia. Un inglés, Humphrey Davy, en 1807 recibió la medalla de oro de Napoleón, porque aisló mediante la electrólisis los metales alcalinos, el sodio y el potasio. William Cockerill, ingeniero de Lancashire, fabricó equipos textiles para los franceses en Verviers y Liège. Un escocés, de Glasgow, fue el primero que aplicó a la industria el descubrimiento de Berthollet relacionado con las cualidades blanqueadoras del cloro.

En 1801 William Radcliffe proporcionaba trabajo a más de mil jedores, modo que en la industria inglesa los progresos tecnológicos marcharon de la mano de la producción a gran escala

…….

En este como en tantos otros campos de la industria los ingleses llevaban varias décadas de ventaja al resto del mundo. Con la esperanza de derrotar a Inglaterra, Napoleón había impuesto en 1806 un embargo riguroso a los artículos ingleses o a los que se transportaban en naves inglesas. De este modo, impidió que los alemanes italianos, los holandeses y los suizos, comprasen no sólo café y azúcar sino también muchos artículos ingleses excelentes y baratos: lanas, algodones, tijeras, vajilla y máquinas de todo tipo. Pero por su parte no podía suministrar lo que impedía vender a los ingleses. La “primera nación europea” no estaba en condiciones de suministrar estos productos.


Napoleón trató de corregir la situación subsidiando y fomentando la industria francesa, pero el retraso tecnológico era demasiado grave y había durado demasiado tiempo -ya se había manifestado incluso durante la Guerra de los Cien Años-, de manera que no era posible corregirlo parcialmente. Hubiera podido equilibrarse la situación sólo consagrando esfuerzos mucho mayores a la enseñanza de la ciencia en las escuelas, y éste fue un cambio que Napoleón nunca contempló.


Con respecto al descontento en el seno del Imperio, Napoleón lo despreciaba. Entendía que los sacrificios económicos eran un precio reducido que se pagaba por la igualdad y los derechos del hombre. Él, que pensaba siempre con referencia al honor, creía que los otros debían pensar en los mismos términos. Tal cosa no era cierta. La gente común y corriente del Imperio pensaba en su propia comodidad y en las atractivas novedades que podían obtenerse en las tiendas. Nuevamente Napoleón no atino a afrontar la reacción inesperada. Resumió la situación entera en una de sus más retóricas. “¡Cuando pienso que por una taza de café menos azúcar, frenaron la mano que se disponía a libertar al mundo!””

Sobre aliados y enemigos

Napoleón había establecido una buena relación con el zar Alejandro de Rusia, lo consideraba su aliado o por lo menos neutral, sin embargo este escuchando a sus consejeros, decidió atacar territorios previamente conquistados por los franceses. 


“Cuando dejó a la Grande Armée cerca de Vilna, el 5 de diciembre, Napoleón estaba seguro de que los rusos se detendrían en su propia frontera. 

Pero Alejandro, que había comenzado a manifestar inclinaciones místicas, anunció que Dios lo había destinado a ser el “libertador de Europa”, cruzó el Niemen y entró en el Gran Ducado. 


El 30 de diciembre el cuerpo prusiano del general Yorck desertó de la Grande Armée y se pasó a los rusos, hecho éste que obligó a los franceses a retirarse hacia el Vístula. El rey prusiano decidió cooperar con Alejandro para recuperar el territorio que Napoleón le había quitado, y el 17 de marzo de 1813 declaró la guerra a Francia.


“Es mejor un enemigo manifiesto que un aliado dudoso”, comentó filosóficamente Napoleón. 

Sobre la grandeza y la misión 

El avance hacia Moscú en la campaña contra Rusia no era nada fácil:


“Cierto día, mientras descansaba en un prado con sus oficiales, empezó a filosofar, como hacía a veces durante las pausas. “Gobernar el Imperio es una tarea interesante. Podría estar en París pasándolo bien y holgazaneando... En cambio, estoy aquí con ustedes  acampando; y en la acción podría alcanzarme una bala, como a cualquiera. Estoy tratando de superarme. Todos, cada uno en su puesto debe hacer lo mismo. Esto es la grandeza.»

Sobre “cerrar filas” antes el enemigo

Napoleón tratando de negociar la paz con los aliados que lo habían derrotado, encuentra inaceptables y humillantes los términos. Los documentos que se manejaban debían ser enviados a una comisión que los examinaba:


"Joseph Lainé, que encabezaba la comisión encargada de examinar los documentos, y que ya mantenía una correspondencia traidora con el príncipe regente, formuló una declaración en la cual atacaba los elevados impuestos, el servicio militar y los “sufrimientos inenarrables”. “Una guerra bárbara y sin sentido absorbió periódicamente a los jóvenes, arrancados de sus estudios, de la agricultura, los negocios y las artes.”

Lainé afirmó que el emperador debía concertar la paz sin prestar atención a las condiciones.

Napoleón se enfureció ante el discurso de Lainé. Sabía que la gran mayoría de los franceses apoyaba su decisión de defender la patria -durante la convocatoria de otoño de 1813 había pedido 160.000 reclutas, y se presentaron 184.000-, y por lo tanto declaró clausurada la sesión del Cuerpo Legislativo.


Cuando los miembros vinieron a formular sus deseos de Año Nuevo, Napoleón les habló severamente. “He ordenado que vuestra alocución no sea publicada; era provocativa…”. Les recordó que ellos eran diputados de los departamentos, y en cambio él había sido elegido por la nación entera, es decir, por cuatro millones de votos. “Yo, no ustedes, puedo salvar a Francia... Esa declaración me ha humillado más que mis enemigos. Agrega la ironía al insulto. Afirma que la adversidad es el auténtico consejero de los reyes. Quizá sea así, pero aplicarme esa fórmula en las circunstancias actuales es un acto de cobardía.””


Sobre confianza y respeto

Luego de la determinante derrota de Waterloo, Napoleón propone seguir la lucha para defender a Francia, los comandantes le aconsejan no hacerlo y temen una revuelta en el ejército:


“No era así, y Napoleón bien lo sabía. El ejército obedecería a Napoleón, y si era necesario él podía reemplazar prontamente a comandantes como Ney. Pero esos hombres eran sus camaradas, con quienes había compartido la gloria y el sufrimiento. De todos los franceses, eran los que estaban más cerca del propio Napoleón. Con voz serena preguntó: «¿Qué desean que haga?»

Se lo dijeron: «Abdique en favor de su hijo.»


Napoleón siempre había respetado las opiniones de sus mariscales. Cuando le aconsejaron que no marchase de Moscú a San Petersburgo, accedió a las opiniones que ellos formularon. Cuando miraron con malos ojos, en 1813, la idea de marchar sobre Berlín, tuvo en cuenta tales dudas. Sabía que eran franceses de la cabeza a los pies, y hasta cierto punto entendía que sus opiniones eran las opiniones de Francia. Si Napoleón hubiese respondido a la motivación de la ambición personal. en ese momento se habría impuesto a sus mariscales y tratado de obtener una última cuota de gloria, por mucho que ello tuviera un coste para Francia. Pero Napoleón siempre se había visto en el papel de representante del pueblo francés, y ésa fue la actitud que adoptó en el estudio verde de Fontainebleau. “Muy bien, caballeros, puesto que así debe ser, abdicaré. He tratado de llevar la felicidad a Francia, y no lo he conseguido. No deseo agravar nuestros sufrimientos.”


Sobre derechos adquiridos. 


Una vez derrotado Napoleón, volvieron a Francia los “emigrados” (nobles que habían sido enviados al exilio durante la época de Napoleón):


“La altivez de estos hombres no conocía límites. 

Cierto día el ministro de Marina recibió la petición de un emigrado, que deseaba se lo designase contralmirante. Carecía de experiencia, pero había sido cadete naval en 1789, y ahora, de no ser por la Revolución, habría alcanzado la jerarquía de contralmirante; en resumen, creía que satisfacer esa petición era un acto de justicia por parte del rey. «¿Qué puedo hacer?», suspiró el ministro. Felizmente, contaba con la ayuda de Vitrolles, un consejero de ingenio rápido, que respondió: «Reconozca la lógica de la solicitud. Pero señale que, lamentablemente, él perdió la vida en Trafalgar.»”


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