Un poco de mi historia
Soy de Florida, una ciudad a 100km al norte de Montevideo. A los 16 años me vine a estudiar/vivir a la capital, luego retorné un año a Florida y me vine definitivamente (hasta hoy al menos) a los 18.
Había venido muy pocas veces a Montevideo antes, las distancias en esa época eran más largas y si bien había viajado bastante por el este del país, Montevideo era no solo enorme para mi sino que totalmente desconocida.
Recuerdo muchas anécdotas que mostraban mi ignorancia, no solo desconocimiento de la ciudad, carencia de arraigo, recuerdos sobre la misma, sino cuestiones prácticas como tomar un ómnibus o tener que pagar en un almacén.
La adaptación no fue fácil, pero como se dice: lo que no te mata te fortalece.
No solo las distancias físicas eran más largas que hoy, las culturales también, al menos en mi caso. Así no solo me sentía como sapo de otro pozo sino que me veía y me mostraba como tal.
Así por ejemplo en mi casa y en mi barrio siempre me conocieron como Toco, es un diminutivo de "Toco-toco" porque de chico era muy curioso y metía mano en todo aparato, ollas, máquina o lo que fuera que pudiera investigar, de modo que mi familia y amigos me re-bautizaron así,
Es un apodo cariñoso que no tiene más significado que eso y hasta el día de hoy mis amigos y conocidos de Florida me dicen Toco. Es tan cariñoso el uso de ese apodo que cuando alguien se refería a mi con el mismo sabía que todo estaba bien, pero cuando se refería por mi nombre significaba más distancia. Así cuando mi madre me decía Toco sabía que había cariño y buenas noticias, cuando me decía Gustavo había riesgo y cuando me decía Gustavo Carriquiry era lío en puerta seguro.
Algo parecido ocurría con mi entorno, si alguien me decía Toco era un amigo, era alguien en quién confiar porque conocía y usaba mi apodo para referirse a mí. Si me decía Gustavo entonces no me conocía tanto, si me decía Carriquiry probablemente fuera un compañero del liceo que se acostumbró a la lista, compañero que no llegaba a amigo.
Curiosamente servía para detectar quienes querían ser amigos pero no lo eran, estos típicamente me decían Topo, lo cual era esperable porque siempre fui dientón y además Toco no tiene sentido. Estos los identificaba como "poco conocidos con intenciones amistosas".
Mi venida a Montevideo
Cuando vine a Montevideo nadie conocía mi apodo, tampoco lo dí a conocer, no se porque, simplemente no se dio o tal vez quería poner distancia con todos esos desconocidos. Todos me conocían por Gustavo y creo que en cierto sentido eso marcaba una distancia, era una especie de "usted" para mí.
Como no tenía ningún apodo conocido algunos me llamaban Canario. Sabían de mi origen o incluso era obvio por mi modo de hablar, caminar, costumbres, etc.
Canario técnicamente es el gentilicio de las personas que viven o son del departamento de Canelones, sin embargo en Uruguay se usa para referirse a cualquier persona que viene de una ciudad más chica que la que lo recibe o incluso del campo en sí. De este modo para la mayoría de los montevideanos "canario" era cualquiera que viniera del interior de Uruguay, para la gente de la ciudad de Florida era cualquiera que viniera de una ciudad más pequeña y así sucesivamente.
A su vez se usa para referirse a alguien bruto, por ejemplo, si alguien comete un error se le dice "no seas canario!" o "qué haces canario!". Dependiendo del tono era un saludo o reproche amistoso o un insulto.
Digamos que el apodo Canario per sé no me molestaba para nada sino que dependía del contexto y tono. De este modo si el que me lo decía era un desconocido, el tono era de burla, agresión, desprecio, desagrado o hasta lástima, era un problema, pero si era un compañero cercano o alguien con intenciones de aproximarse, que lo decía con ternura, con ánimo de integración, buscando aproximarse y con todo amistoso no era problema. Incluso para tomarme el pelo o recriminarme un error estaba todo bien.
En definitiva es la diferencia entre un "apodo" y un "mote". Al menos para mi, el primero es "amistoso" y el segundo es "inamistoso". Dependiendo de quién, cómo y en qué situación lo decía era lo primero o lo segundo.
Entonces el "Canario" en si no era segregarme, insultarme de algún modo, yo lo interpretaba como una cosa o como la otra y no por el término en sí sino por su contexto. De hecho, quienes más me segregaban por mi condición de "extraño/foráneo" no se referían a mi como Canario sino como Gustavo o Carriquiry.
Incluso quienes intentaban usarlo como insulto mostraban su ignorancia pretendiendo darle ese significado, declarándome inferior en algún sentido y por ende superior a mí. Siempre pensé que el valor del mensaje es directamente proporcional al valor del emisor, por lo cual no era algo que me afectara mucho.
Mis conclusiones
Supongo que muchas personas que se mudaron a otra ciudad o simplemente pasan un tiempo en ellas habrán recibido algún apodo. Supongo que algunas de ellas lo habrán sentido como despectivo, segregador, insultante y otras no. Espero que todas hayan tenido la capacidad de interpretar el mensaje en su contexto y de acuerdo al emisor, que no se hayan sentido segregados por el término en sí (aunque algunos definitiviamente lo son), la segregación es más profunda y sutil que eso.
En el fondo no quisiera que dejaran de llamarme Toco quienes me conocen de la infancia y Canario quienes me conocen de mi adolescencia/juventud en Montevideo, porque eso para mi es una muestra de cariño o proximidad.
Una nota sobre la comunicación hoy
Hay mucha más comunicación, eso no necesariamente significa mejor, simplemente hay más. Una de las fortalezas y a su vez debilidades del sistema es que son de un emisor a muchos receptores, por lo cual uno cuando emite un mensaje no sabe quién lo estará recibiendo y qué contexto le dará. Incluso una cosa es el contexto del emisor y otra el del receptor, probablemente aplique más el del receptor que del emisor, diría que también sus sesgos, por lo cual es imposible saber cómo interpretará el mensaje cada uno de los "infinitos" receptores.
De hecho estoy escribiendo esto y no sé quién lo estará leyendo, menos que menos su contexto. Probablemente lo ligue a tal o cual vivencia, historia, conocimiento y produzca algo bueno (mi intención) o algo malo (disculpas por eso) o simplemente lo ignore (listo, es gratis!).
Ahora, las redes son así, tómalas o déjalas. Culparlas no tiene sentido, está en nosotros cuidar los mensajes que emitimos e interpretar los que recibimos, evitar nuestros sesgos y valorar los mensajes como de quien vienen (esto tiene algo de "ad-hominem" pero es muy útil bien aplicado).
¿Se puede regular o legislar al respecto? Creo que no, hay principios básicos a cumplir (ejemplo: no difundir "fake-news"), evitar mensajes claramente de odio ("más allá de duda razonable" dicen en los juicios en las películas norteamericanas) y alguna cosa más, el resto es educación, no hay otra.
Yo quisiera, por ejemplo, seguir recibiendo saludos de cumpleaños con Toco o Canario porque me resulta mucho más cariñoso y cercano ese mensaje (de quienes me conocen como tal) que simplemente Gustavo. No me gustaría que fueran censurados por la interpretaciones que otros pudieran darle.
De yapa
Algunos apodos que recuerdo y pueden ser usados como tales o eventualmente como motes de acuerdo al contexto.
Animales: pato, oveja, burro, capón, caballo, gato, perro, hormiga, tortuga, conejo, bagre, lechuza, araña, cangrejo, lombriz, vaca, pollo, topo, ratón, rata
Frutas y verduras: limón, cebolla, melón
Características físicas: enano, petiso, chiquito, pelado, narista, gordo, rubio, colo, manco, rengo, vichapoco (poca visión), tapón (bajo de estatura y grueso se cintura), oreja, ñato, rulo, blanqui, bola, bolita, cachete, peluca, pelopincho, barba, flaco, trompo, cabeza, cabezón.
Otros: mudo, nene, bebe, quieto, loco, chupete, churro, manteca, pelusa, pistola, turco, porteño, canario, indio, chato, pichón, lento, pinocho, bochón, bolita.
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