Casi 80 años después de Guernika (el de carne y hueso y el de lienzo) me pregunto ¿no hemos aprendido nada en 80 años?
El primero fue una carnicería salvaje en una época de locura bestial (con perdón de las bestias).
El del lienzo nació en París ante la indiferencia de parientes y desconocidos, hizo sus primeros pasos en la Europa anglosajona, evitando de algún modo la barbarie que se gestaba en la central, hasta que navegó de Londres a la seguridad de Nueva york.
El y sus reproducciones recorrieron todo el mundo dando su testimonio, llevando su mensaje.
Sin embargo, viendo los guernikas modernos, creo que simplemente agonizó en museos y postales de todo el mundo hasta terminar siendo un cadáver, apenas una obra maestra de un revolucionario del arte, inquietante pero lejano.
Apenas un contenedor vacío que nada nos dice ni nada nos enseña acerca de nosotros mismos. Un espejo roto donde no nos reconocemos pero su imagen nos incomoda, nos inquieta, nos alerta acerca de nuestra culpabilidad activa o complicidad silenciosa. Nuestro miedo y nuestra carga de conciencia lo cubren con una sábana teñida de halagos artísticos para no ver en él rastros de nosotros.
El Guernika de carne y hueso no sobrevivió a Franco, el del lienzo pensaba que sí lo había hecho, pero no fue así parece haber muerto hace tiempo. Al pueblo de Guernika lo exterminaron Franco y el resto de las bestias de la época en 1937 a fuego y balas, al Guernika que vivía en el lienzo lo matamos nosotros todos los días con un arma mucho más sutil y peligrosa: la indiferencia.
Comparto el siguiente video con la esperanza de que nos duela ese y todos los guernikas, y nos despierte de este letargo de indiferencia. Con la esperanza de que siga vivo en nosotros el Guernika del lienzo recordándonos que la brutalidad proviene de nosotros y solo nosotros somos quienes la podemos hacer cesar, que nos recuerde el dolor del Guernika de carne y hueso, cuando las víctimas y victimarios eran otros, aunque en realidad de algún modo las víctimas y victimarios éramos y somos todos y cada uno de nosotros.
El primero fue una carnicería salvaje en una época de locura bestial (con perdón de las bestias).
El del lienzo nació en París ante la indiferencia de parientes y desconocidos, hizo sus primeros pasos en la Europa anglosajona, evitando de algún modo la barbarie que se gestaba en la central, hasta que navegó de Londres a la seguridad de Nueva york.
El y sus reproducciones recorrieron todo el mundo dando su testimonio, llevando su mensaje.
Sin embargo, viendo los guernikas modernos, creo que simplemente agonizó en museos y postales de todo el mundo hasta terminar siendo un cadáver, apenas una obra maestra de un revolucionario del arte, inquietante pero lejano.
Apenas un contenedor vacío que nada nos dice ni nada nos enseña acerca de nosotros mismos. Un espejo roto donde no nos reconocemos pero su imagen nos incomoda, nos inquieta, nos alerta acerca de nuestra culpabilidad activa o complicidad silenciosa. Nuestro miedo y nuestra carga de conciencia lo cubren con una sábana teñida de halagos artísticos para no ver en él rastros de nosotros.
El Guernika de carne y hueso no sobrevivió a Franco, el del lienzo pensaba que sí lo había hecho, pero no fue así parece haber muerto hace tiempo. Al pueblo de Guernika lo exterminaron Franco y el resto de las bestias de la época en 1937 a fuego y balas, al Guernika que vivía en el lienzo lo matamos nosotros todos los días con un arma mucho más sutil y peligrosa: la indiferencia.
Comparto el siguiente video con la esperanza de que nos duela ese y todos los guernikas, y nos despierte de este letargo de indiferencia. Con la esperanza de que siga vivo en nosotros el Guernika del lienzo recordándonos que la brutalidad proviene de nosotros y solo nosotros somos quienes la podemos hacer cesar, que nos recuerde el dolor del Guernika de carne y hueso, cuando las víctimas y victimarios eran otros, aunque en realidad de algún modo las víctimas y victimarios éramos y somos todos y cada uno de nosotros.
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