Hace unos días escuché a un veterano (de unos 80 años) a quien le habían trasplantado un corazón hacía más de 10 años y comentaba cómo estaba viviendo ese “recreo” que el destino le dio. Además de su profundo agradecimiento al donante y sus familiares, expresaba la enorme responsabilidad que significó para él esa segunda oportunidad.
De algún modo el ser portador de parte de otro ser lo hacía sentir “especial”, no era solo agradecimiento sino la posibilidad de darle a ese corazón un uso que, lamentablemente, no había podido darle quien nació con él. La responsabilidad que conlleva hacer “vivir” ese corazón más allá de su portador original, darle una vida que valiera la pena ser vivida.
Me resultó interesante el punto y me hizo reflexionar sobre que, de algún modo u otro, todos nosotros somos “receptores” y “donantes”. Talvez no literalmente, pero de algún modo todos nosotros somos “receptores” de lo que nuestros padres, maestros, hermanos, amigos y con quienes hemos interactuado e interactuamos a diario nos “donan” y a su vez somos (o por lo menos: tenemos la posibilidad, y creo que la obligación, de ser) “donantes” a diario.
Dentro de esa idea creo que es medular ser cada día receptores responsables y agradecidos y ser donantes criteriosos y generosos.
Creo que el caso más claro de “donación/recepción” es el de los maestros/profesores quienes a diario “donan” mucho de sus conocimientos y de sí mismos a alumnos que “reciben” esos conocimientos, en una carrera difícil de formación contra deformación. De lo criterioso y generoso del maestro así como de lo responsable y agradecido del alumno dependerá el resultado de la misma. Carrera en la cual estamos todos involucrados, por lo menos como agradecimiento a quienes generosamente nos donaron algo de sí en algún momento de sus/nuestras vidas.
En una Educación que está en crisis a nivel mundial (de valores, de métodos y de mil cosas más) que tiene la misma crisis a nivel local (Uruguay) quiero recordar a algunos de los grandes profesores-donadores que he tenido en mi vida, especialmente porque, a pesar de una importante crisis económica (en el Liceo Nro. 2 de Florida tampoco había muchos bancos donde sentarse, ni paredes bien pintadas, ni laboratorios, ni biblioteca, ni muchas cosas más), a pesar de una importante crisis política (era bastante arriesgado reclamar cualquier cosa en nombre de la educación), me dieron todo lo que tenían y pudieron darme con una enorme generosidad.
En fin, capaz demasiado filosófico para un post (más bien me suena a ronda de café y amigos), pero quisiera terminarlo con el ineludible agradecimiento a tres Donantes (con mayúsculas) que la vida me regaló en las aulas:
A Marino, mi profesor de Geografía, quien no solo me instruyó acerca de las divisiones de la Geografía Política (que rápidamente caducaron porque en esa época Alemania eran dos países, Yugoslavia era uno y aún existía la URSS), sino que me formó en el método científico y me demostró que los logros son hijos de la dedicación y que la memoria sin el sustento del razonamiento no tiene valor alguno.
A Sergio, mi profesor de Dibujo, que jamás pudo enseñarme a dibujar pero sí logró quitarme un poco el miedo a los colores. Recuerdo que siempre me decía “Carriquiry: no le tenga miedo al rojo, no le tenga miedo al negro, no le tenga miedo al verde” mientras con dos o tres trazos certeros aquella naturaleza muerta que tanto trabajo me había dado cobraba vida en aquel papel garbanzo ridículamente borroneado. También me enseño a trabajar con alegría y que en el dibujo, como en la vida, no todo son proyecciones isométricas y perspectivas caballeras.
A Carmen, mi profesora de Literatura, que me enseñó a leer y escribir. De lo primero algo aprendí, de lo segundo lo sigo intentando.
Gracias a todos quienes me han donado algo de sí, espero ser receptor responsable y donador generoso.
De algún modo el ser portador de parte de otro ser lo hacía sentir “especial”, no era solo agradecimiento sino la posibilidad de darle a ese corazón un uso que, lamentablemente, no había podido darle quien nació con él. La responsabilidad que conlleva hacer “vivir” ese corazón más allá de su portador original, darle una vida que valiera la pena ser vivida.
Me resultó interesante el punto y me hizo reflexionar sobre que, de algún modo u otro, todos nosotros somos “receptores” y “donantes”. Talvez no literalmente, pero de algún modo todos nosotros somos “receptores” de lo que nuestros padres, maestros, hermanos, amigos y con quienes hemos interactuado e interactuamos a diario nos “donan” y a su vez somos (o por lo menos: tenemos la posibilidad, y creo que la obligación, de ser) “donantes” a diario.
Dentro de esa idea creo que es medular ser cada día receptores responsables y agradecidos y ser donantes criteriosos y generosos.
Creo que el caso más claro de “donación/recepción” es el de los maestros/profesores quienes a diario “donan” mucho de sus conocimientos y de sí mismos a alumnos que “reciben” esos conocimientos, en una carrera difícil de formación contra deformación. De lo criterioso y generoso del maestro así como de lo responsable y agradecido del alumno dependerá el resultado de la misma. Carrera en la cual estamos todos involucrados, por lo menos como agradecimiento a quienes generosamente nos donaron algo de sí en algún momento de sus/nuestras vidas.
En una Educación que está en crisis a nivel mundial (de valores, de métodos y de mil cosas más) que tiene la misma crisis a nivel local (Uruguay) quiero recordar a algunos de los grandes profesores-donadores que he tenido en mi vida, especialmente porque, a pesar de una importante crisis económica (en el Liceo Nro. 2 de Florida tampoco había muchos bancos donde sentarse, ni paredes bien pintadas, ni laboratorios, ni biblioteca, ni muchas cosas más), a pesar de una importante crisis política (era bastante arriesgado reclamar cualquier cosa en nombre de la educación), me dieron todo lo que tenían y pudieron darme con una enorme generosidad.
En fin, capaz demasiado filosófico para un post (más bien me suena a ronda de café y amigos), pero quisiera terminarlo con el ineludible agradecimiento a tres Donantes (con mayúsculas) que la vida me regaló en las aulas:
A Marino, mi profesor de Geografía, quien no solo me instruyó acerca de las divisiones de la Geografía Política (que rápidamente caducaron porque en esa época Alemania eran dos países, Yugoslavia era uno y aún existía la URSS), sino que me formó en el método científico y me demostró que los logros son hijos de la dedicación y que la memoria sin el sustento del razonamiento no tiene valor alguno.
A Sergio, mi profesor de Dibujo, que jamás pudo enseñarme a dibujar pero sí logró quitarme un poco el miedo a los colores. Recuerdo que siempre me decía “Carriquiry: no le tenga miedo al rojo, no le tenga miedo al negro, no le tenga miedo al verde” mientras con dos o tres trazos certeros aquella naturaleza muerta que tanto trabajo me había dado cobraba vida en aquel papel garbanzo ridículamente borroneado. También me enseño a trabajar con alegría y que en el dibujo, como en la vida, no todo son proyecciones isométricas y perspectivas caballeras.
A Carmen, mi profesora de Literatura, que me enseñó a leer y escribir. De lo primero algo aprendí, de lo segundo lo sigo intentando.
Gracias a todos quienes me han donado algo de sí, espero ser receptor responsable y donador generoso.
Muy bueno el post, que deja puntas abiertas para que cada uno piense también... Ahora, si querés donar tus pensamientos, agregale al blog posibilidad de compartir... ;)
ResponderBorrarGracias por el comentario y me alegro que te haya gustado!
ResponderBorrarLo de compartir: Si supiera como!! soy totalmente "lego" en Wordpress.
Vos decis que tiene alguna "toolbar" o algo asi para poder "compartir" un post en diferentes medios onda un twitt, facebook o que se yo.
Si tenes algun pique tirame y veo si encuentro cómo lo engancho.